MI HIJO ES MUY INTELIGENTE…PERO ¿TAMBIÉN ES MADURO?
Colaboración de Rosa Barocio
Los niños en la actualidad están más despiertos, tienen más información, expresan con mucha claridad lo que quieren, y quizás hasta son más listos, pero eso ¡no los hace maduros!
“¿Hija, te gusta este colegio, quieres que te inscriba?” pregunta la madre a su hija de 4 años.
Muchos padres confunden inteligencia con madurez y dejan elecciones importantes en manos de sus hijos. ¿En base a qué escoge un niño de preescolar o primaria una escuela? Pues en base a los columpios, a la amiguita que se encontró en la entrada, a la directora que fue especialmente complaciente con ella … Razones importantes para una niña que aún no tiene la madurez para valorar una institución académica.
Si bien es cierto que los niños en la actualidad están más despiertos, tienen más información, expresan con mucha claridad lo que quieren, y quizás hasta son más listos, pero esto no los hace maduros. De ninguna manera tienen el juicio para tomar decisiones que sólo corresponden a los adultos.
Melisa, que aún no cumple cuatro años le dice a su madre, “Mamá ¿tú sabes que cuando me gritas me duele mi corazón?”
Pablo, de escasos 2 ½ años, quiere ponerse los zapatos y pide ayuda. La madre queriendo alentarlo le dice, “Inténtalo, Pablito, inténtalo”. Más tarde el niño quiere treparse una barda, pero viendo que no alcanza nuevamente pide ayuda, y la madre le responde, “Inténtalo, Pablito, inténtalo”.
En la madrugada, Pablo le pide que le lleve una mamila a la cama y cuando la madre se niega, Pablo le grita, “Inténtalo, mamá, inténtalo”.
Dos años y medio y este niño ¡ya sabe cómo regresarle a la madre sus propias enseñanzas!
¿Inteligentes? Sí, muy inteligentes, pero ¿acaso es lo mismo que madurez? Aquí está la confusión. Pueden ser muy listos, pero eso no quiere decir que puedan manejar sus vidas o que tengan la madurez para hacer elecciones importantes. Porque la madurez es resultado de la experiencia, de poder sopesar consecuencias, capacidad que aún no tiene un niño por inteligente que sea. ¿Cómo puede hacer asociaciones y valorar situaciones que aún no vive?
Ser maduro también implica tener visión hacia el futuro. Comprender cómo le afectará el día de mañana lo que hace en este momento. Pero olvidamos que el niño pequeño vive en el presente y no puede aún proyectarse al futuro.
Cuando tratamos de apresurar esta madurez en el niño nos podemos sentir muy frustrados. Pensamos que, si damos largas explicaciones, él podrá comprender las consecuencias de sus actos porque es muy inteligente, y entonces, dejamos esa responsabilidad en sus manos para después sentirnos defraudados cuando toma la decisión equivocada.
Cuando el niño sufre las consecuencias, el famoso ¡Te lo dije! sólo es sal que añadimos a su herida. Cometemos una gran injusticia cuando le dejamos decisiones que no le competen, y después lo recriminamos o lo castigamos cuando comete un error.
Así que cuando estés con tu hijo y haya que tomar una decisión importante, hazle justicia tomando tu responsabilidad. Las decisiones importantes sólo te corresponden a ti. Enséñale a tu hijo a tomar decisiones y a ser responsable ¡a través de tu ejemplo!
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